martes, 25 de mayo de 2010

Escultura Francesa








El interés político de los reyes de Francia por asentar sus dominios en tierras italianas tuvo consecuencias culturales, ya que fueron varios los artistas italianos que a partir de la segunda mitad del siglo XV se establecieron en la corte francesa, siendo Francisco I el principal mecenas de estos artistas, entre los que se encontraba Leonardo da Vinci. Hacia 1460 se estableció en Provenza el escultor Francesco Laurana, al que se considera el introductor del Renacimiento en Francia, que trabajó sobre todo en la parte sur del país. Una de sus esculturas más conocidas es el sepulcro de Carlos IV de Anjou en la catedral de Le Mans.

Uno de los temas más tratados en la escultura francesa de esta época es el del Santo Entierro y los monumentos sepulcrales donde la figura del yacente es tratada con gran realismo. Se representa el difunto como cadáver o incluso en esqueleto; en el momento de la transición, como es el caso del de Juana de Borbón en el Louvre. De este tipo son dos obras realizadas por Ligier Richier con policromía en blanco, negro y gris: el Memorial de René de Chalon en Bar-le-Duc en el que el esqueleto parcialmente descarnado tiende un corazón hacia el cielo; y el demacrado cuerpo yacente de Felipa de Güeldres en la Iglesia des Cordeliers de Nancy. Esta alegoría de la resurrección de los muertos llega mediante el camino de la «terribilità» italiana y del desvelamiento del interior del cuerpo, aunque no presente una anatomía perfecta a los ojos de la ciencia.

Su sobrino Guillaume Regnault, también escultor, le sucedió en el cargo como escultor de la Reina. Su obra maestra son las estatuas yacentes del consejero real Louis Porcher y su esposa, hoy en el Museo del Louvre.

También a principios del siglo XVI, Jean Goujon (llamado el Fidias francés) inició sus trabajos en Ruán, y en 1544 acudió a París para ser nombrado escultor real en 1547, donde realizó numerosos encargos como las alegorías de Las Cuatro Estaciones, las Ninfas, unas Cariátides para la tribuna de los Músicos y realizó los signos del Zodíaco para el antiguo ayuntamiento de París. Por estos mismos años Germain Pilon realizó numerosos monumentos funerarios con gran influencia de Miguel Ángel, entre los que destaca el Cristo Resucitado con figuras de los guardianes, un grupo para la capilla de Enrique II conservado en el Museo del Louvre, cuyas figuras están inspiradas en composiciones pictóricas como el José de Arimatea de Rosso Fiorentino. El Cristo muerto se asemeja a los grabados de Parmigianino, pues las figuras buscan las diagonales y los escorzos son espectaculares, con los pliegues de los vestidos apretados y muy delgados, recordando los relieves de la antigüedad clásica. Fiel seguidor suyo fue su discípulo Bartolomé Prieur, quien trabajó al servicio de Enrique IV de Francia. Pierre Puget, llamado el «Bernini francés», fue ya un escultor tardío del Renacimiento; sobresalió su obra Milón de Crotona.

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